8 de enero de 2010

Ya no me gusta volar.
Al principio tenía gracia: era miedo mezclado con emoción (en que la emoción siempre ganaba, por supuesto).
Después el miedo desapareció y se transformó en una sensación de calma al estar sobre las nubes y de expectación ante lo que encontraría al otro lado. Todo positivo; esa absurda sensación de libertad.
Ahora el miedo ha vuelto, y con más fuerza. Y la emoción se ha convertido en pereza y desgana. La libertad, en la cárcel de mis movimientos.
Y los aeropuertos en nada más que nerviosismo, largas esperas y caras desconocidas.
Vuelvo a sentirme pequeña incluso entre mis cuatro paredes.

3 comentarios:

Unknown dijo...

qué poema Isa, qué bonito, a mí volar me da muuucha pereza: maleta, control de seguridad, espera, cola y después me duermo, la última vez no me dí cuenta ni de cuándo el avión tocó el suelo...
Ánimo mi niña! Muchos besos! Año 10, ya verás!

Anónimo dijo...

Miles de besos para ti, que bien grande eres aunque en ciertos momentos te sientas pequeña!!!
MUAKA. luna

César Garibay dijo...

me encanto tu escrito saludos desde mexico!!!!