Al final he superado la pereza de levantarme de la cama y he decidido salir a aprovechar esa entrada gratis para la Alhambra que tenemos todos los domingos que queramos por ser residentes en Granada (¡y yo todo este tiempo sin saberlo!).
Y ha merecido la pena... Una buena amiga y un tuperware con la comida que sobró de la cena. Risas por la noche pasada (muy adolescente, por cierto) y por escenas que casi se me habían olvidado (¡menos mal, Eva, que me llevaste a casa!).
Y comer bajo este sol de enero que obliga a quitarse la chaqueta. Y volver a casa y que sean las cinco de la tarde, y tener todo el domingo por delante.

Lo mejor, los eternos habitantes de la Alhambra, que se acercan, se pasean y se duermen con esa soberbia de auténticos sultanes...
3 comentarios:
No me preguntes como he llegado a este blog pero...solo quiero decirte que has animado este dia en blanco y negro que me ha tocado vivir hoy. Un saludo y viva el color.
Pues qué bonito, me alegra saber algo así!!
Borrachita como una adolescente... que no se te puede dejar sóla.
Besitos hasta el viernes (si es que queda algo de mí para entonces)
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