Mañana es mi último día en Granada.
Ya tengo el billete, pero esta vez sólo de ida.
El sábado por la mañana pronto, mis dos maletones y yo saldremos hacia el lugar del que vinimos. No estoy acostumbrada y se me hace raro.
No es mucho el tiempo que he pasado aquí en comparación con el que he vivido en Castellón. Pero el tiempo es subjetivo, siempre, como todo lo que hace dudar.
Hace poco, en las ventanas de los autobuses de Granada colgaban poemas de poetas latinoamericanos. Este es uno de ellos, del que no me olvidé:
ELEGÍA Y POSTAL
No es fácil cambiar de casa,
de costumbres, de amigos,
de lunes, de balcón.
Pequeños ritos que nos fueron
haciendo como somos, nuestra vieja
taberna, cerveza
para dos.
Hay cosas que no arrastra el equipaje:
el cielo que levanta una persiana,
el olor a tabaco de un deseo,
los caminos trillados de nuestro corazón.
No es fácil deshacer las maletas un día
en otra lluvia,
cambiar sin más de luna,
de niebla, de periódico, de voces,
de ascensor.
Y salir a una calle que nunca has presentido,
con otros gorriones que ya
no te preguntan, otros gatos
que no saben tu nombre, otros besos
que no te ven venir.
No, no es fácil cambiar ahora de llaves.
(...)
Ya tengo el billete, pero esta vez sólo de ida.
El sábado por la mañana pronto, mis dos maletones y yo saldremos hacia el lugar del que vinimos. No estoy acostumbrada y se me hace raro.
No es mucho el tiempo que he pasado aquí en comparación con el que he vivido en Castellón. Pero el tiempo es subjetivo, siempre, como todo lo que hace dudar.
Hace poco, en las ventanas de los autobuses de Granada colgaban poemas de poetas latinoamericanos. Este es uno de ellos, del que no me olvidé:
ELEGÍA Y POSTAL
No es fácil cambiar de casa,
de costumbres, de amigos,
de lunes, de balcón.
Pequeños ritos que nos fueron
haciendo como somos, nuestra vieja
taberna, cerveza
para dos.
Hay cosas que no arrastra el equipaje:
el cielo que levanta una persiana,
el olor a tabaco de un deseo,
los caminos trillados de nuestro corazón.
No es fácil deshacer las maletas un día
en otra lluvia,
cambiar sin más de luna,
de niebla, de periódico, de voces,
de ascensor.
Y salir a una calle que nunca has presentido,
con otros gorriones que ya
no te preguntan, otros gatos
que no saben tu nombre, otros besos
que no te ven venir.
No, no es fácil cambiar ahora de llaves.
(...)
De "Elegía y postales" 1994
Ángeles Mora
3 comentarios:
Buena suerte, bonita.
Y recuerda siempre que la buena suerte es la que tú misma te creas.
Un besito
GRACIAS
guapaaaaa, me quedan dos semanas para mi vuelta... creo que tengo la misma sensación que tu. Me alegra mucho saber que te tendré cerca, pero no sabes cuanto, locura de sensaciones!!!
Mil besos desde un teclado plastificado en bolivia.
La luna de valencia
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